Anoche, me enteré de que Annie había estado en Bcn estos dos últimos días, y por cosas que aún no entiendo del todo bien, ni siquiera me enteré hasta ayer (o hoy, no recuerdo bien la hora). Me sentó mal, pero no estaba enfadada ni mucho menos. Era raro, pero era una especie de mezcla entre ''tristeza'' y ''desilusión'', aunque no entiendo aún muy bien los motivos. Sólo me sentía así, sin más. Y necesitaba desahogarme un poco, porque es verdad que en el momento inicial me lo tomé un poco en plan ''asadaddsds''.
Pero lo peor de todo eso, lo peor, no fue eso. Lo peor es que en el momento de que alguien me escuchara, de que alguien me diera un buen consejo que me hiciera pensar bien las cosas, NADIE estuvo ahí; nadie me aconsejó sobre nada; nadie se centró en mí un jodido momento que lo necesitaba; nadie estuvo pendiente de mí más de tres minutos seguidos; nadie fue capaz de decirme ''Eh, venga, mañana lo verás de otra manera''.
NADIE.
Y eso es más triste que cualquier otra cosa.